sábado, 29 de noviembre de 2008

«Ha dejado de ser un tabú que un Papa hable de Lutero, y no necesariamente mal»



Por Javier MoránLa Nueva España
Sábado, 29 de noviembre 2008

Jesús Bastante Liébana, informador religioso y redactor jefe de «Religión Digital», acaba de presentar en Oviedo su novela «Cisma», sobre la Reforma de Lutero.
-¿Qué se va a encontrar el lector en «Cisma»?
-Una novela, un estudio con base histórica, un ensayo honesto sobre lo que pasó con la Reforma de Lutero y sobre lo que pudo haber pasado, sobre las causas primigenias del cisma protestante y sobre lo que se pudo haber hecho para evitar la ruptura de la fe cristiana.

-¿Qué se podría haber hecho para evitarlo?

-Caer en la cuenta de que mucho de lo que afirmaba Lutero era defendido por el propio emperador Carlos, e incluso por el Papa que sucedió a León X, Adriano. Pero la rigidez de la estructura eclesiástica, las ambiciones de poder de los príncipes alemanes y la indefinición de Carlos y de Adriano impidieron que se pudieran encontrar y hablar del problema.

-¿Cisma religioso o político?

-Una parte de cada. Para Lutero fue un intento de reformar una Iglesia que él veía corrupta, dominada por el lujo, por el vicio, por la venta de indulgencias... Lutero tuvo la buena y la mala suerte de encontrarse con una Alemania que estaba empezando a barruntar su independencia del Imperio y, en cierto modo, los príncipes alemanes utilizaron la influencia que Lutero tenía sobre el pueblo y dentro de la misma Iglesia para tomar sus tesis y llevarlas al nivel político. También se encontró con que Carlos V estaba atado por los príncipes y banqueros alemanes, a los que había comprado el Imperio. Al final, el emperador acabó reconociendo que parte de lo que decía Lutero sobre la miseria de Roma resultaba cierto.

-La doctrina de la justificación (salvación) por la fe, sin necesidad de las obras, fue una de los factores de división.

-Hace unos días que Benedicto XVI habló de ello: la expresión «sola fide» de Lutero era cierta si también tenía en cuenta la caridad. Estamos hablando del siglo XVI y no existía esa separación entre fe y caridad, entre la fe y las obras. No había instituciones como Cáritas, o semejantes. En cierto modo todo era lo mismo, la fe y las obras. Por otra parte, se han agigantado motivos del cisma luterano como la Virgen o los santos, pero Lutero era un enamorado de la Virgen.

-En definitiva ¿creer o actuar bien?

-La fe trae la salvación, pero ¿qué es la fe? La fe también es cómo te comportas, y no sólo aquello en lo que crees.

-¿Rehabilitación de Lutero?

-Estoy convencido de que sí. Tal vez no una rehabilitación formal, en el sentido de que se levante una excomunión, que duran mientras la persona está viva, porque después se ha de someter al juicio de Dios. Pero este Papa está realizando una rehabilitación de Lutero como buscador de la verdad. En este año de San Pablo -Lutero era un experto en San Pablo, y se asemeja a él-, vamos a ver más gestos del Papa en ese sentido. En este último sínodo dedicado a la Biblia, la propia Iglesia, entre sus recomendaciones, está pidiendo que se profundice cada vez más en la palabra directamente, y ello fue una de las grandes ambiciones de Lutero. Y, sobre todo, estamos muy cerca del aniversario de los 500 años del cisma, y este Papa, que es un papa alemán, que ha sabido vivir en una sociedad en la que católicos y evangélicos han vivido en plano de igualdad -no es una sociedad como la española-, este Papa, digo, sabe lo que es el ecumenismo real, el de estar conviviendo con otras confesiones cristianas. Creo que en ese sentido pronto vamos a seguir viendo gestos. Incluso se habla de un posible viaje de Benedicto XVI a Alemania, que es su tierra y la de Lutero. Ha dejado de ser un tabú que un Papa hable de Lutero y no necesariamente mal.

-¿Posibilidades del ecumenismo entre Iglesia católica e iglesias luteranas?

-Se ha avanzado mucho en el respeto mutuo y sobre todo en el reconocimiento del otro como seguidor de Jesús. No obstante, es difícil pensar en un ecumenismo como vuelta a la unidad en torno a Roma, a una sola Iglesia. Yo creo que la experiencia de la fe cristiana ha de avanzar en el ecumenismo real, en reconocernos mutuamente y ponernos de acuerdo en lo mucho que nos une.

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