viernes, 21 de noviembre de 2008

FESTIVIDAD DE CRISTO REY.



Con la Solemnidad de Cristo Rey damos por terminado el año litúrgico 2007-2008. Para el siguiente domingo estaremos celebrando el Primer Domingo de Adviento. Pero antes de llegar allá la liturgia nos invita a celebrar a Jesús como Rey y Señor del universo.

El Evangelio de San Mateo nos hace ver la realidad de las exigencias concretas para pertenecer al Reino de Dios. En este pasaje apocalíptico, escuchamos las motivaciones necesarias de parte de Jesús para ser compasivos unos con otros y El nos dice la forma concreta de cómo se hace presente en el hermano-hermana en necesidad.
Mateo también nos presenta a Jesús como Rey y como Pastor, son imágenes que nos ayudan a ver como Jesús nos invita a construir su reino desde aquí desde la tierra por medio de nosotros. En este pasaje hay muchos contrastes y retos para nosotros ya que el Reino de Dios es muy diferente al reino nuestro. El Reino de Dios exige un cambio radical desde el corazón. Por eso no nos debe de extrañar que el Evangelio narre lo que será el juicio final (Mateo 25:31-46).
Ese día todo será puesto a los pies del Rey que es Cristo. Seremos juzgados de acuerdo a lo mucho que amamos en este mundo. San Juan de la Cruz tiene una frase que versa así. “En la tarde de la vida seremos juzgados en el amor.” Por eso es importante saber que nuestro pasado determinará lo que será nuestro futuro. El criterio que usará Cristo es solo el criterio del amor y si lo hemos puesto a trabajar en cada circunstancia de nuestra vida seremos abrazados por el mismo Rey, pero si no lo hemos hecho es que seremos rechazados. Nuestro deber implica que seamos cristianos responsables y de lucha constante por tener un mundo más justo. Veamos ahora, lo que tanto impacta en el mundo sobre el Reino de Dios, sobre sus grandes contrastes ya que este implica y exige transformación de nuestra vida.


Estos son algunos de los Contrastes que Cristo nos exige para pertenecer a su Reino.

Nace pobre en un pesebre, en lugar de en un palacio con lujos y servidumbre.
Su Reino no es de este mundo, sino en la eternidad.
No tiene un ejercito para gobernar, sino un corazón lleno de paz, amor y justicia.
No posee cosas materiales, y es dueño de todo lo que existe.
No es egoísta, sino que reina haciendo el bien para todos.
No se deja atrapar por instintos, sino que reina siendo dueño de si mismo.
No ejerce su reinado desde una silla de rey, sino que lo lleva a cabo desde la cruz.
No discrimina raza, sexo, o color, sino que acepta a todas las personas por igual.
No condena a los pecadores, sino que quiere que se arrepientan para que vivan.

Entonces, vale la pena que nos preguntemos.
¿Qué dimensiones del Reino de Dios hago presentes en mi vida?
¿Usted cree que la imagen de Cristo Rey ayuda o lastima en nuestros tiempos?
¿Por qué?
¿Qué es lo que entendemos y sentimos cuando escuchamos que Cristo se proclamó como, “Rey de Reyes y Señor de los Señores?
¿Creemos de verdad que el Reino de Dios comienza desde nuestro mundo actual?

Ojalá, que este Domingo todos proclamemos a Cristo como Rey y Señor de nuestra vida. ¡Todos lo necesitamos!


© Escrito por Lupita Vital Cruz

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