sábado, 20 de abril de 2013

Una Iglesia libre de ideologías



 La ideología falsifica el Evangelio y asecha también a la Iglesia. Por ello el Papa Francisco, durante la celebración de la misa del viernes 19 de abril por la mañana, pidió oración «para que el Señor libre a la Iglesia de cualquier interpretación ideológica». Participaron en la misa, en la capilla de la Domus Sanctae Marthae, un grupo de empleados de L'Osservatore Romano y de la Tipografía Vaticana, con el redactor jefe, el subdirector y el director de nuestro periódico. Entre los concelebrantes, don Marek Kaczmarczyk, director comercial de la Tipografía Vaticana  Editrice L’Osservatore Romano.
Al comentar las lecturas del día – la primera tomada de los Hechos de los apóstoles (9, 1-20) y la segunda del Evangelio de Juan (6, 52-59) – , el Papa Francisco propuso una reflexión sobre la palabra de Jesús, interpretada por algunos «con el corazón» y por otros «con la cabeza». Y alertó precisamente de quien, incluso hoy, interpreta las palabras de Jesús «con la cabeza» y no con el corazón: los «ideólogos» que pretenden interpretar lo que dice el Señor según las ideologías dominantes y terminan por falsear el Evangelio.
«Jesús – inició su relato el Pontífice – habla. Jesús habla a Pablo, Jesús habla a Ananías, y Jesús habla también a los doctores de la ley. Es la voz de Jesús que dice a Pablo: “¿Por qué me persigues?”. Es la voz de Jesús que se dirige a Ananías y le dice: “Ve a la calle llamada recta y pregunta en casa de Judas por un tal Pablo”. Es la voz de Jesús que habla al pueblo y también a los doctores de la ley, y dice que quien no come su carne y no bebe su sangre no se salvará».
La voz de Jesús «nos dice algo y se dirige precisamente a nuestro corazón. Pasa por nuestra mente y va al corazón. Porque Jesús busca nuestra conversión». He aquí las respuestas a la voz del Señor narradas por las lecturas: «Pablo: “¿Quién eres, Señor?”. Ananías dice: “Pero... Señor, respecto a este hombre, he oído a muchos hablar de ese individuo y de todo el mal que ha hecho a tus fieles”, y con humildad advierte al Señor el curriculum vitae de Pablo. Los demás, los doctores, responden de otra manera: con la discusión entre ellos. Llegan a decirle: “¡Pero tú estás loco!”, y entre ellos dicen: “Pero ¿cómo un hombre puede dar a comer su carne?”».
Partiendo de estas expresiones, el Pontífice explicó la diversidad de las respuestas: «Los dos primeros, Pablo y Ananías, respondieron como los grandes de la historia de la salvación, como Jeremías, Isaías. También Moisés tuvo sus dificultades: “Pero, Señor, yo no sé hablar, ¿cómo iré a los egipcios a decirles esto?”. Y también María: “Pero, Señor, ¡yo no estoy casada!”. Son las respuestas de la humildad, de quien acoge la Palabra de Dios con el corazón».
En cambio, «los doctores responden sólo con la cabeza. No saben que la Palabra de Dios va al corazón, no conocen la conversión. Son “científicos”. Son los grandes ideólogos», los que no comprenden que la palabra de Jesús se dirige al corazón «porque es palabra de amor, es palabra bella y lleva al amor, nos hace amar». Quien no acoge esta característica impide el camino al amor y también a la belleza.
Los «ideólogos», explicó el Obispo de Roma, son aquellos que en el relato evangélico se ponen a «discutir de manera áspera entre ellos: “¿cómo puede éste darnos a comer su carne? “. ¡Todo un problema del intelecto! Y cuando entra la ideología en la Iglesia – dijo el Papa a este punto –, cuando entra la ideología en la inteligencia, no se entiende nada del Evangelio». De esta forma todo se interpreta en el sentido del deber más bien que en el sentido de la conversión a la que «nos invita Jesús». Y cuantos siguen el camino del deber, «cargan todo sobre los hombros de los fieles».
Los ideólogos falsifican el Evangelio, afirmó el Papa, añadiendo: «toda interpretación ideológica, de cualquier parte que venga, de una parte o de otra es una falsificación del Evangelio. Y estos ideólogos – lo hemos visto en la historia de la Iglesia – terminan por ser intelectuales sin talento, moralistas sin bondad. Y de la belleza no hablamos, porque no comprenden nada». En cambio, «el camino del amor, el camino del Evangelio es sencillo: ¡es el camino que han entendido los santos! Los santos son quienes llevan la Iglesia adelante», los que siguen «el camino de la conversión, el camino de la humildad, del amor, del corazón, el camino de la belleza».
«Oremos hoy al Señor –concluyó el Pontífice– por la Iglesia: para que el Señor la libre de cualquier interpretación ideológica y abra el corazón de la Iglesia, de nuestra madre Iglesia, al Evangelio sencillo, a aquel Evangelio puro que nos habla de amor, que lleva al amor, y es ¡tan bello! Y también nos hace bellos con la belleza de la santidad. Oremos hoy por la Iglesia».

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