No todos entienden a David. 20 años, estudiante de Medicina en la Universidad de Barcelona, y con un buen grupo de amigos, explica: "Me he enamorado. Me he enamorado de Dios, y quiero que sea para toda la vida".
Yo creo que a Jesús le encanta que vaya en moto. Sobre todo porque también es algo que a mí me gusta y me divierte. ¡Supongo que a Él también le debe gustar, vaya!
"Yo a Jesús me lo llevo a clase, me lo llevo a todos sitios..." (David, a la derecha).
Creo que es un ideal grande el entregarse a los demás, entregarse a Dios en la juventud. Es una causa que te supera ampliamente. Es algo atractivo, por eso me sentí llamado: lo vi como una gracia especial, y entonces ¡claro que dije que sí!
"Yo me veo con esta función, podríamos decir, de estar muy cerca de Dios para también hacer más atractivo el mensaje de Dios".
¿Y Dios realmente a qué me llama? O ¿para qué me quiere? ¿qué es lo que quiere de mí? Quiere que yo esté muy cerca de Él, sobre todo, para estar muy cerca de los demás, para llevarle a los demás, a todas las personas, a todo el mundo que pueda llegar yo para llevárselo también hacia Él.Yo me veo con esta función, podríamos decir, de estar muy cerca de Dios para también hacer más atractivo el mensaje de Dios, el mensaje de Jesús, a los demás, para hacer este puente de aproximación entre los demás y Dios.
Yo me he enamorado de Dios, y así procuro enamorarme cada día un poco más. Me he sentido querido un poco más por Dios, y eso me llena.
"¿Y Dios realmente a qué me llama? O ¿para qué me quiere? ¿qué es lo que quiere de mí?".
En mi decisión de entregarme a Dios, sentí un poco más la atracción inicial, el momento de “Oh, Dios mío, te sigo hasta donde quieras...”. Eso es el inicio, pero luego está la libertad.
No es que yo ya de primeras, nada más notarlo, me entregara y no pudiera echarme para atrás. Yo quiero continuar este camino cada día, cada mañana, cada momento presente, y allí soy libre. Es decir, ahora soy libre y estoy entregado a Dios, y quiero seguir así.
La entrega es el primer paso de una carrera de sacrificio, de alegría, de amor, de unión con Dios. —Y así, toda la vida se llena de una bendita locura, que hace encontrar felicidad donde la lógica humana no ve más que negación, padecimiento, dolor. San Josemaría Escrivá, Surco n.2
de la web del opus dei
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