miércoles, 1 de abril de 2009

VIOLENCIA DE GÉNERO: ¿POR QUÉ?




Una de las lacras mas importantes
de nuestro tiempo es la violencia degénero.
Nosotros ya nos hemos acostumbrado
a leer y ver noticias que hablan
del maltrato y asesinato de mujeres
en manos de sus maridos o compañeros
sentimentales. ¿Qué está pasando?
¿el problema es el paro?, ¿las drogas?,
¿la mente de los que maltratan?.
La verdad es que la suma de todo esto
puede dar gravedad al asunto, pero de
ninguna manera justifica la violencia,
condenable en todas sus formas y maneras, esto
tiene que estar muy claro por parte de toda la
sociedad, así como desde una perspectiva humana
y cristiana, si somos sabedores de este tipo de
situaciones, nuestro deber está en informar a las
autoridades, uno no se puede callar ante la opresión,
la falta de libertad, las heridas físicas y mentales
y la dominación como parte de la falta de
personalidad, madurez y equilibrio del maltratador,
que es un enfermo necesitado de terapia.
Una de las preguntas que nos hacemos es porque
ahora hay tantos maltratos y asesinatos y antes
no. La respuesta es muy sencilla. Porque los
medios de comunicación social y la globalización
hace que todo en el mundo esté mas cerca de nosotros,
así como la libertad de prensa, radio y t.v.
que es todavía muy joven en nuestro país. Lo que
debemos aprovechar para sensibilizarnos con el
problema.
Aunque esto tiene una pega, nos hemos acostumbrado
a las noticia y lo vemos como un mal
irremediable y No, la mirada positiva como personas
y cristianos es que entre todos podemos acabar
y reducir el problema.
Uno de los factores que contribuyen
a erradicar este problema es la igualdad
entre los hombres y mujeres (no
dudo en describir como positiva la ley
que se aprobó sobre la igualdad) y esta
se da primeramente en la educación
desde la misma infancia: compartir los
trabajos de la casa, no definir esto es
de hombres y esto de mujeres, el ejemplo
de los padres, la escuela, la sociedad
, la misma Iglesia... podríamos
alargar la lista, pero la realidad es que
queda mucho que hacer en una sociedad española
todavía muy machista, donde existen injusticias en
los sueldos, con respeto a la maternidad y conciliar
vida laboral con trabajo y en consecuencia al ascenso
de la mujer en las empresas. Pero lo importante
es dar pasos hacia delante y ayudar para
que el equilibrio entre todos sea pronto una realidad.
Una sociedad será más justa y equilibrada cuando
hombres y mujeres sean iguales en derechos y
en oportunidades, no sólo en el papel, sino también
en la realidad .Es una tarea a realizar, pues de lo
contrario la discriminación y la marginalidad seguirán
acampando a sus anchas. Esto es trabajo
de todos, no únicamente de los políticos.
Por último, ponerse cada uno de nosotros en el
papel de las acosadas, maltratadas, marginadas y
excluidas es vivir en la dimensión profética, que es
ser testigos de la verdad y denunciantes de todo
este tipo de situaciones. Nuestro ser de cristianos
no está sólo en el cumplimiento de preceptos religiosos,
sino también en implicarnos en la realidad
de nuestro mundo para trasformarlo. Queridos
amig@s Dios nos ayude a tener un buen corazón
para amar y unas manos generosas para ayudar.
José Carlos Mato Tosar.

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