martes, 12 de mayo de 2009

Juan PABLO II. Biografía. de Revista Vitral Nº 66.

 


El polaco Karol Wojtyla, primer Papa eslavo de la historia, gobernó la Iglesia católica durante casi 30 años, la hizo entrar en el tercer milenio y quedará en los anales de la segunda mitad del siglo XX y principios del siglo XXI por su carisma, su estilo y sus ideas, a la vez modernas y conservadoras.
Los últimos años de su vida fueron un largo y doloroso combate contra la enfermedad y la decrepitud. Pero el anciano Papa, el único que conocieron las nuevas generaciones, había sido al comienzo de su mandato un hombre lleno de fuerza, un vigoroso deportista que amaba relacionarse con la gente.
Desde el inicio mismo de su pontificado, Juan Pablo II imprimió su marca particular. Su elección al trono de San Pedro, el 16 de octubre de 1978, cuando tenía 58 años, se produjo tras dos días de cónclave y constituyó una sorpresa, ya que su nombre no figuraba entre los favoritos.
Nació con el nombre de Karol Wojtyla, en Wadowice, un pequeño pueblo al sur de Polonia, el 18 de mayo de 1920. Era el segundo de los dos hijos del matrimonio integrado por Karol Wojtyla y Emilia Kaczorowska. 
Su madre falleció en el año 1929. Su hermano mayor, Edmund, de profesión médico, murió en 1932; y su padre, un suboficial del ejército polaco, murió en 1941, durante  la ocupación de la Alemania nazi.
Wojtyla hizo la Primera Comunión a los 9 años de edad, y a los 18 recibió la Confirmación, en Cracovia, ciudad que a mediados del siglo XVIII sufrió la ocupación por parte de los rusos y después fue anexada al imperio austríaco.
Cuando Wojtyla terminó los estudios de enseñanza media en la escuela Marcin Wadowita, de Wadowice (Polonia), se matriculó en la Universidad Jagellónica de Cracovia (en 1938 ) y también en una escuela de teatro.
La biografía oficial agrega que cuando las fuerzas de ocupación alemanas cerraron la Universidad, en septiembre de 1939, el joven Karol tuvo que trabajar en una cantera y luego en una fábrica química (Solvay), para ganarse la vida y evitar que fuera deportado a Alemania. Fichado por la Gestapo, se refugió en una buhardilla de Cracovia.
En esa época conoció al célebre actor Mieczyslaw Koltarszyk, creador del teatro Rapsódico, y Wojtyla se unió a su grupo, con el que interpretó papeles de contenido patriótico.
También participó en la resistencia contra Alemania para ayudar a salvar a familias judías. Posteriormente, la situación de Wojtyla se complicó en Polonia y se vio obligado a buscar refugio en los subterráneos del arzobispado de Cracovia.
En 1942 ingresó en el seminario clandestino que había fundado monseñor Sapieha, Cardenal arzobispo de Cracovia, y comenzó la carrera de Teología.
El primero de noviembre de 1946 cantó misa en la capilla privada de Sapieha.
Poco después se trasladó a Roma para asistir a los cursos de la Facultad de Filosofía del Pontificio Ateneo “Angelicum”, obteniendo el doctorado en Teología con la tesis “El Acto de Fe en la doctrina de San Juan de la Cruz”.
En 1948 regresó a Polonia y ejerció su primer ministerio pastoral como vicario coadjutor de la parroquia de Niegowic, en los alrededores de Cracovia, durante trece meses.
En noviembre de ese mismo año obtuvo la habilitación para ejercer la docencia en la Facultad de Teología de la Universidad Jagellónica.
El 17 de agosto de 1949 se trasladó como vicario a la parroquia de San Florián, en Cracovia, donde ejerció el ministerio durante dos años, alternándolo con su trabajo de consejero de los estudiantes y graduados de la Universidad estatal de esa ciudad.
Nombrado profesor de Teología Moral y Ética Social del Seminario Metropolitano de Cracovia, el primero de octubre de 1953, comenzó en 1954 a impartir clases de Ética en la Facultad de Filosofía de la Universidad Católica de Lublín, donde dos años después fue nombrado director de la Cátedra de Ética.
El 4 de julio de 1958, a los 38 años, Pío XII le nombró Obispo auxiliar de la archidiócesis de Cracovia, bajo el administrador apostólico, Arzobispo Baziak.
A partir del 11 de octubre de 1962, el obispo Wojtyla comenzó a tomar parte activa en el Concilio Vaticano II, destacando sus puntualizaciones sobre el ateísmo moderno y la libertad religiosa.
Clausurado el Concilio, el 8 de diciembre de 1965 pasó a formar parte de las Congregaciones para los Sacramentos y para la Educación Católica, y del Consejo para los Laicos.
Tras el Concilio publicó “Amor y responsabilidad” y “Mandamientos de la renovación del Concilio Vaticano II”. En 1962, al morir el Arzobispo Baziak, fue nombrado vicario capitular y el 30 de diciembre siguiente Pablo VI le eligió Arzobispo de Cracovia.

El 29 de mayo de 1967 fue creado Cardenal, lo que le convirtió en el segundo más joven de la Iglesia Católica, con 47 años.
En agosto de 1978 murió Juan Pablo I, tras un pontificado de 33 días, y el 16 de octubre de 1978 Karol Wojtyla fue elegido sucesor de San Pedro, con el nombre de Juan Pablo II, convirtiéndose, con 58 años, en el Papa más joven del siglo y en el primero no italiano desde el holandés Adriano VI (1552).
Tres días después de su elección viajó a Castel Gandolfo y el 5 de noviembre visitó Asís, el primero de sus 144 viajes por Italia.
El 3 de diciembre de 1978 visitó la parroquia romana de San Francesco Saverio, la primera de las más de 300 visitadas en la Ciudad Eterna.
El 25 de enero de 1979 comenzó en la República Dominicana, de camino hacia México, el primero de sus 104 viajes fuera de Italia. El último fue el pasado 14 y 15 de agosto al santuario mariano de Lourdes, en Francia.
El 4 de marzo de 1979 publicó la encíclica Redemptor hominis, la primera de las catorce escritas en estos 25 años. La última fue Ecclesia de Eucharistia, del 17 de abril de 2003.
Juan Pablo II convocó para el 28 de junio de ese año el primero de sus nueve consistorios, coincidiendo con sus 25 años de Pontificado y en el que nombró 31 nuevos purpurados.
A lo largo de sus casi 26 años de pontificado creó un total de 232 cardenales, de ellos uno “in pectore”, es decir, que mantiene su nombre en secreto mientras así lo considera el Papa.
Primer Pontífice extranjero después de cuatro siglos y medio de monopolio italiano, el nuevo Papa se enfrentó muy pronto a la Curia romana enviando al museo de antigüedades la silla gestatoria utilizada por sus antecesores para mostrarse en público, se puso a nivel de la calle y de las multitudes, sonriendo, dejándose tocar y alzando a los niños en sus brazos.
El Vaticano y la Plaza de San Pedro pronto le quedaron pequeños al 263º Pontífice de la Iglesia Católica, que salió por el mundo a encontrarse con los fieles. «El Papa peregrino», como lo bautizaron los católicos, recorrió más de un millón de kilómetros en un centenar de viajes al extranjero y permitió que la blanca imagen del Pontífice concentrara una cobertura mediática nunca vista con anterioridad.
Su carisma era evidente. El joven Wojtyla había sido un apasionado del teatro y, de ese pasado, Juan Pablo II había conservado un gran sentido del auditorio, al punto que cuando se dirigía a las multitudes, cada uno tenía el sentimiento de que el Papa le estaba hablando personalmente.
El éxito fue inmediato, en particular en América Latina, donde los medios de comunicación, particularmente inventivos, lo llamaron «el atleta de Dios», el «caminante del Evangelio», el «Papa peregrino».
Poeta, filósofo, políglota y deportista, Juan Pablo II, en su prolongado mandato, uno de los más largos de la historia de la Iglesia católica, superó numerosas marcas: no sólo fue el Pontífice más viajero, sino también el que proclamó más santos y beatos, de todos los tiempos y de todos los orígenes.
Aunque Juan Pablo II no era muy grande en cuanto a estatura física, pues medía apenas 1,76 metros, los fotógrafos lo convirtieron en un gigante desde los años iniciales de su reino.
Esa imagen imponente perduró hasta el 13 de mayo de 1981, día de la Virgen de Fátima, cuando un extremista de derecha turco, Mehmed Ali Agca, le disparó tres balazos en plena Plaza de San Pedro.
El Papa se salvó milagrosamente, pero desde entonces comenzó a sufrir problemas de salud: además de las dificultades que tuvo para recuperarse de las heridas de bala que sufrió en el estómago y en una mano, padeció luego un cáncer de intestino, la fractura del fémur y de un hombro y, desde los años 90, tuvo que sobrellevar la enfermedad de Parkinson.
Esto no impidió que, a fines de los años 80, su actuación en Polonia y su influencia en los acontecimientos que se producían en el ex bloque comunista contribuyeran de modo considerable a la caída de los regímenes de Europa del Este, según coinciden numerosos historiadores.
Más de una década después, y pese a su implacable deterioro físico, en marzo de 2003 Juan Pablo II se opuso con todas sus fuerzas y autoridad a la guerra de Estados Unidos contra Irak. En esa misión evidenció la misma determinación que había mostrado al inicio de su pontificado para mediar entre Argentina y Chile cuando se encontraban al borde del enfrentamiento.
Idéntica energía desplegó para aislar y neutralizar a los defensores de la Teología de la Liberación en América Latina y para alentar el desarrollo de la influencia de movimientos ultraconservadores, como el Opus Dei, que llegaron a ocupar un lugar influyente en el Vaticano.
Entre los temas capitales que ha abordó en sus encíclicas y en sus numerosos discursos y ensayos están la protección de la vida humana desde antes del nacimiento y la reafirmación de los principios tradicionales de la Iglesia católica en el campo de la moral sexual, sin olvidar la reconciliación con los judíos y la búsqueda de un diálogo con todas las iglesias.
Entre los principales episodios de su pontificado está la primera visita de un Papa a una iglesia luterana (Roma, 1983), la primera a una sinagoga (Roma, 1986), la Jornada Mundial de Oración por la Paz (Asís, 1986) y la excomunión del arzobispo Marcel Lefebvre (1988).
Ese año se produjo un hecho histórico: Juan Pablo II visitó la ortodoxa Atenas y entró en una mezquita, la de Damasco, siendo la primera vez que un Pontífice romano pisaba una mezquita y oraba en su interior.
Asimismo, figuran el primer encuentro de un Papa con una comunidad musulmana (Casablanca, 1985), el Año Santo de 1983, a partir del cual creó las Jornadas Mundiales de la Juventud, celebradas en Roma (varias veces), Buenos Aires, Santiago de Compostela (España), Denver (E.U.), Manila (Filipinas), Czestochowa (Polonia), París y Toronto (Canadá) en el 2002.
La Jornada del Año 2000 reunió en Roma a más de dos millones de jóvenes procedentes de todo el mundo, en la mayor concentración de jóvenes en Occidente.

También destaca el encuentro con el último presidente de la URSS, Mijail Gorbachov, en diciembre de 1989, que marcó el final de los regímenes comunistas europeos y la normalización de la Iglesia católica en dichos países, y la visita realizada en enero de 1998 a Cuba, donde fue recibido con todos los honores por el presidente Fidel Castro.
Aparte de sus catorce encíclicas, con Juan Pablo II se han publicado los nuevos Códigos de Derecho Canónico Latino (1983) y Oriental, así como el Catecismo Universal de la Iglesia Católica (1992), fruto del Sínodo especial de Obispos de 1985, dedicado al Concilio Vaticano II.
Su gran deseo era llegar al año 2000, abrir la Puerta Santa e introducir la Iglesia en el tercer milenio. Lo consiguió, al igual que su anhelado viaje a Tierra Santa.
En la primavera de 2000 pudo por fin pisar Tierra Santa. Visitó el Monte Nebo, donde Moisés vio la Tierra Prometida antes de morir; Belén, Jerusalén, Nazaret y varias localidades de Galilea.
Durante ese viaje, Juan Pablo II, el primero en reconocer en 1986 “los derechos nacionales” del pueblo palestino y entablar relaciones diplomáticas plenas con Israel en 1994, ofició misa en la Plaza del Pesebre de Belén, pidió perdón en el Muro de las Lamentaciones y en el Museo del Holocausto por los errores cometidos por los cristianos que persiguieron a los judíos y celebró misa en el Santo Sepulcro.
En el mes de mayo de 2000, en su tercer viaje a Fátima (el último de los cuatro realizados a Portugal), beatificó a Jacinta y Francisco, los dos pastorcillos a los que se apareció la Virgen en 1917 y a petición propia se desveló el tercer secreto de Fátima referido al atentado que Juan Pablo II sufrió en 1981.
Los otros dos secretos, que forman parte de un mismo mensaje, fueron desvelados hace años. Se referían a la visión aterradora del Infierno, y la devoción al Corazón Inmaculado de María, al final de la Primera Guerra Mundial y comienzo de la Segundacomo primero, mientras que la conversión de Rusia y el fin del comunismo, constituyen el segundo.
A mediados de marzo de 2004 pasó a ser el tercer Papa que más tiempo permaneció en el trono de Pedro.
Juan Pablo II no fue a Moscú, un viaje deseado ardientemente, pues que el patriarcado ortodoxo de Moscú es el más importante y un abrazo con el patriarca Alejo II habría supuesto un gran paso para esa anhelada unidad de los cristianos.
Tampoco visitó China, donde los católicos siguen estando perseguidos.
Murió el 2 de abril de 2005 a las 9.37 de la noche de Roma.
Sus exequias se realizaron ante más de cuatro millones de personas y cerca de 200 jefes de Estado el viernes 8 de abril a las 10 de la mañana en la Plaza de San Pedro en lo que ha venido a ser su último record hasta hoy: el más multitudinario entierro de toda la historia.

Alabado sea Jesucristo. 

 

Recuerdo de la niñez del Papa en Wadowice: La casa donde vivió la familia Wojtyla; el niño Karol con su madre; el día de su primera comunión; con su padre; con sus compañeros de escuela (última fila a la izquierda); y con el Cura Parroco de Wadowice y monaguillos compañeros (primera fila, segundo de izquierda a derecha).

 

A la izquierda, Karol de seminarista, de sacerdote en 1958, durante una excursión a pie y de Obispo a los 38 años. A la derecha, esquiando en las montañas de Tatra, como diácono junto a sus compañeros seminaristas y como cura párroco con muchachos de su parroquia.

 

El Papa Pablo VI, elevó a Cardenal a Karol Wojtyla en el año 1967.

 

Cuando el Cardenal Wyszynski se arrodilló para besar la mano del Pontífice, Juan Pablo II tiernamente ayudó al Primado Polaco de edad avanzada a levantarse le abrazó y le beso su anillo, un gesto inesperado y conmovedor.

 

 




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