viernes, 9 de octubre de 2009

Guerra en Afganistán


fuente: EL PERIDICO.COM/OPINIÓN.

Carlos Carnicero
En política no hay mejor regla que llamar a las cosas por su nombre. En Afganistán hay una guerra en la que se están viendo involucradas las tropas españolas con el riesgo cierto de matar y morir. La semana pasada, un avión de la OTAN causó casi un centenar de muertos, muchos de ellos civiles, en la zona donde se celebraron violentos ataques contra el contingente español en el que resultó levemente herido un cabo. La ministra de Defensa, Carme Chacón, se ha apresurado a anunciar un nuevo envío de tropas al escenario de esta guerra para mejorar la seguridad de los soldados allí destacados.
Afganistán es una prioridad para Obama formulada en términos de seguridad y haciendo abstracción de las condiciones reales del régimen supuestamente democrático que allí está establecido. Se trata de evitar una victoria talibán en un universo tan peligroso para occidente como el que forma el eje con Pakistán, país con armamento nuclear y una gran inestabilidad política. Cuando haya sido universal y parlamentariamente admitido que en Afganistán lo que existe es una guerra, vendrá la formulación política de nuestra participación en ella. Toda forma es legítima, pero no se puede seguir camuflando lo que allí existe ni el tipo de implicación española. Nuestra pertenencia a la OTAN, los vínculos que España quiere establecer con la Administración Obama y los compromisos con la lucha antiterrorista exigen una definición que probablemente nos implicará directa y formalmente en la guerra. Pero las condiciones para esa participación pasan por una revisión profunda de la estrategia de la OTAN. Los aviones no tripulados causan muertes entre la población civil que no son admisibles. Y la revisión de esas formas de actuar, probablemente, llevará consigo tácticas que pongan en mayor peligro a las fuerzas de infantería, que hasta ahora cuentan con bombardeos sin cuidar de la población civil. El Gobierno de Zapatero tiene una encrucijada que no puede eludir y es en el Congreso donde se tienen que pronunciar el Gobierno y los grupos parlamentarios sobre nuestra implicación en esta guerra.

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